Cuando se habla de adicciones, es habitual que en general se tienda a pensar en drogas o en sustancias tóxicas, como el alcohol o la cocaína. Este tipo de productos son sin duda los que provocan la gran mayoría de trastornos por dependencia que afectan a la sociedad. No obstante, hay otro tipo de adicciones que tienen una gran incidencia y que se caracterizan por no necesitar el consumo de una sustancia. Se trata de las adicciones conductuales, en las cuales no es una droga la que actúa sobre el individuo. Aun así, el poder adictivo que generan es similar al de los trastornos por dependencia basados en el consumo de sustancias.

¿En qué consisten las adicciones conductuales?

También conocidas como adicciones psicológicas, el perfil clínico y el enfoque terapéutico con el que cuentan son muy parecidos al de las adicciones con sustancia. En ambas existe el factor de la tolerancia, la dependencia y el síndrome de abstinencia. Por otra parte, los patrones tóxicos y reiterados que inciden sobre el comportamiento son los mismos. Sin embargo, a diferencia del consumo de drogas, las adicciones conductuales pasan más inadvertidas y socialmente están más aceptadas.

Poniendo el foco sobre los aspectos psicológicos que afectan a la personalidad del individuo, existen particularidades de este tipo de adicciones. Algunas de estas características son inseguridad, timidez, baja autoestima, hipersensibilidad, tendencia a fobias sociales e introversión asociada a síntomas ansiosos. Se trata de características que acostumbran a estar relacionadas con trastornos mentales, ya sean previos o posteriores a la dependencia. Algunos de los trastornos más comunes son la depresión y el llamado trastorno de personalidad. Por otro lado, los casos de esquizofrenia y de trastorno bipolar son también habituales, pero menos frecuentes.

Las adicciones conductuales más comunes

Síndrome del comprador compulsivo

Cuando ir de compras se vuelve una actividad compulsiva o sin ningún tipo de control, es posible que exista un indicio de abuso o un principio de adicción. Debido a la sociedad de consumo en la que nos encontramos, muchas personas compran impulsivamente como forma para relajarse, sentir alivio o entretenerse. Por desgracia, hoy en día hay muchos casos en que, en vez de sentir satisfacción por los artículos adquiridos, los individuos experimentan sentimientos de impotencia, angustia e intranquilidad. En las situaciones más extremas, las personas que compran compulsivamente pueden llegar a endeudarse hasta la saciedad.

Aunque ir de compras pueda representar una actividad placentera, para las personas más consumistas o dependientes puede suponer un episodio de frustración y vacío. Desde su punto de vista, comprar no llena ni elimina las sensaciones desagradables por las que están pasando en ese momento. El problema de esta conducta es entonces cuando se hace de forma impulsiva y para cubrir alguna carencia emocional. En muchas ocasiones, la compra de artículos se hace para reemplazar productos que los adictos sienten que les falta. Y, mediante las compras tratan de superar la frustración que les provoca la realidad poco atractiva en la que viven.

Adicción al trabajo

Esta clase de adicciones conductuales se desarrolla cuando una persona dedica más tiempo del habitual o recomendado a trabajar. Hecho que impide disfrutar de otras actividades, descansar o tener tiempo propio. Existen muchas explicaciones para determinar el origen de esta enfermedad. Algunas de ellas pueden ser una baja autoestima, obsesión, una excesiva autoexigencia, demasiada ambición personal o un latente sentimiento de inferioridad. Sufrir este tipo de trastorno adictivo perjudica tanto a la salud como al círculo social del que lo sufre.

Ludopatía o juego patológico

Se trata de un trastorno que afecta al control de los impulsos. El jugador adicto siente unas ganas irrefrenables de apostar en juegos de azar. Es muy frecuente que el enfermo llegue a arruinarse económicamente debido a su falta de control. En casos de máxima gravedad, éste suele pedir préstamos que luego no puede devolver.

Muchos ludópatas toman como hábito el hecho de negar su problema con el juego y afirmar que tan sólo se trata de una mala racha. Se producen muchas justificaciones con el fin de ocultar la situación y así poder seguir disfrutando de las apuestas. En este tipo de contextos, debe ser el entorno cercano al adicto quien se dé cuenta de la enfermedad y le presione para que busque ayuda profesional.

Codependencia

La codependencia es el trastorno que se explica como la adicción a una persona. Aunque no es tan conocida como otras adicciones conductuales, también conlleva problemas con el mismo tipo de riesgo y perjuicio. Algunas de sus consecuencias asociadas son el aislamiento, el deterioro familiar, social y laboral, una baja autoestima, e incluso episodios de depresión y muerte prematura.

La persona codependiente siente que, sin la otra parte, su vida carece de sentido y vive sólo por y para esa persona. Padecer este trastorno adictivo neutraliza las propias capacidades del individuo. Éste cree que para vivir y conseguir algo en la vida necesita al otro individuo. Por otra parte, las opiniones de los demás influyen en gran medida en la mentalidad y la autoestima del adicto. Cuando se producen situaciones de este tipo, la persona enferma puede llegar a realizar cosas que no desea hacer. Simplemente con el fin de complacerla o para no romper el vínculo social.

¿En qué se diferencia una adicción conductual y una química?

A pesar de que el esquema sea muy parecido, existe una diferencia fundamental entre ambos tipos de adicciones y es la droga o químico que entra en juego en las adicciones más tradicionales. Por ejemplo, en el alcoholismo, la persona que presenta este problema tiene unos cambios químicos a corto y a largo plazo producidos por el mismo alcohol.

En el caso de las adicciones conductuales, es la persona misma quien libera dopamina tras realizar la acción a la que él o ella está enganchado. Existen otros neurotransmisores en juego, pero es importante quedarnos con el funcionamiento esencial de las adicciones conductuales.

Además, en el caso de las adicciones del comportamiento, la normalización o la sutileza de alguna de ellas puede dificultar mucho el tratamiento. Por ejemplo, no es extraño que una persona joven pase mucho tiempo mirando el teléfono móvil. Sin embargo, ¿cuándo empieza la adicción y termina el hábito? Si una persona pierde el control sobre un comportamiento, que luego prioriza ante el resto de actividades en su día a día, podemos afirmar que se ha convertido en un adicto conductual.

Todas las adicciones tienen el mismo origen psicológico y ambiental

Podemos afirmar que todas las adicciones, más allá del tipo, tienen un origen psicológico y ambiental similar. Personalmente pienso que todas las adicciones pertenecen a la misma familia, tienen el mismo apellido y lo que cambia es el nombre con el que las diferenciamos.

En otras palabras: las problemáticas, o sea, las circunstancias que llevan a la persona a desarrollar una adicción, resultan muy similares tanto en adicciones con sustancia como conductuales. Una persona con altos niveles de impulsividad o con una baja tolerancia a la frustración, quien vive una serie de problemáticas para las que carece de herramientas adaptativas o de gestión para solucionarlas, buscará mecanismos de evasión. Y puede caer en una adicción conductual o tóxica, según su situación vital y factores personales, sociales, ambientales. Lo mismo que alguien con baja autoestima u otros rasgos, como los mencionados en un punto anterior.

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