13 señales para saber si tu hijo fuma porros

Debido a la poca cantidad de efectos secundarios que genera en comparación con otros estupefacientes, la marihuana está considerada como una droga blanda. Razón por la cual en los últimos años ha crecido su consumo, especialmente entre los jóvenes y los adolescentes. Su aparente inocuidad y el bajo nivel de riesgo que conlleva convierten a esta sustancia en la ideal para usarla de forma recreativa y en contextos de ocio nocturno. Sin embargo, como cualquier otra droga, también puede causar consecuencias negativas para la salud. Hoy te contamos cómo saber si tu hija fuma porros y cómo poner remedio.

Cómo saber si tu hijo fuma porros: 13 señales clave

A pesar de que la marihuana y fumar porros no sea tan peligroso como el consumo de cualquier otra droga tradicional, también conlleva riesgos. Adoptar unos malos hábitos o caer en el abuso puede repercutir tanto en la salud del individuo como en los demás aspectos de su vida. Un hecho que tarde o temprano acaba por generar graves consecuencias que se vuelven peores con el tiempo. Por ello, es fundamental tener una actitud responsable y saber cuándo es suficiente.

Cuando una persona se vuelve un adicto a los porros, deja señales de su dependencia. Es importante prestar atención a su actitud y a los cambios en su personalidad para poder detectarlos a tiempo e impedir que no vayan a más. A continuación te mostramos 13 señales para saber si tu hijo fuma porros:

Tener la mirada perdida

Los efectos psicoactivos del cannabis generan un estado de bienestar y placidez en la persona que causa el efecto de la mirada perdida.

Ojos rojos

El humo al fumar porros acaba por irritar los ojos. De esta manera, provoca conjuntivitis, enrojecimiento y una mirada brillante y humedecida.

Conducta desinhibida

El efecto inicial de euforia que causa la marihuana provoca que el adicto a los porros adopte una actitud desinhibida y preste más atención a su entorno y a la gente que le rodea.

Aumento del apetito

Fumar porros aumenta el apetito y la sensación de hambre. Por lo que es habitual que el adicto a los porros recurra a comer desmesuradamente y/o a consumir alimentos con un gran nivel de azúcar y calorías. La consecuencia inmediata es un aumento de peso considerable.

Disminución de las capacidades cognitivas

La persona que fuma porros acaba teniendo problemas para recuperar su memoria reciente, además de no poder concentrarse. Motivos por los cuales el aprendizaje y la capacidad de concentración se ven mermadas posteriormente.

Problemas para conciliar el sueño

A pesar del estado de relajación que provoca la marihuana, también altera el descanso y los ciclos del sueño. Una vez pasados sus efectos, el adicto a los porros es incapaz de conciliar el sueño y sufre de insomnio.

Ocultación del olor

Consumir marihuana y fumar porros crea un olor muy característico y fácil de identificar que acaba impregnando la ropa y la piel del individuo. Por ello, es habitual que el hijo que fuma porros utilice chicles, incienso u otros productos para camuflar el olor.

Porros y mal humor

Debido a los componentes psicoactivos de la marihuana, la mayoría de sus efectos inciden en el cerebro. En una primera fase provocan euforia, risas descontroladas y elevación del tono de voz. Y, en una segunda fase, voz apagada, tranquilidad y cambios de humor bruscos provocados por el estrés.

Pérdida de atención

Al encontrarse en un estado de tranquilidad y relajación absolutos, el adicto a los porros deja de prestar atención a lo que ocurre a su alrededor. Se trata de una consecuencia que puede padecerse a largo plazo al fumar porros continuamente.

Problemas para respirar

Los porros y los cigarrillos para fumar marihuana son la forma de consumir la droga que más daño puede hacer al sistema respiratorio. Ingerir el humo del cannabis daña los pulmones y puede provocar irritaciones, tos y problemas respiratorios.

Descoordinación

La alteración de la comunicación entre la mente y el cuerpo provoca que el adicto a los porros no pueda controlar ni reaccionar correctamente a los estímulos.

Usar material para fumar

Cualquier persona que fume porros es habitual que acabe utilizando objetos como pipas, “grinders”, papel de liar o boquillas. Unas herramientas que ayudan a preparar la marihuana antes de ser fumada.

Alucinaciones y paranoia

Fumar porros produce cambios en la percepción y la conducta del individuo. De modo que, uno de sus efectos secundarios son los delirios, las alucinaciones e incluso la posibilidad de sufrir brotes psicóticos.

Cómo saber si tu hijo fuma porros realmente

Muchos padres se preguntan frecuentemente cómo tratar un hijo marihuanero y que no se vuelva un adicto a los porros. La mejor manera de solucionar su dependencia es hablar con él o ella de forma sincera, con tranquilidad y sin interferir en su espacio privado. Cuando se sienta preparado/a y en confianza, dará el primer paso para contar los detalles de su relación con los porros y aceptar que existe un problema.

Mi hijo fuma porros, ¿qué debo hacer?

Si la situación se vuelve complicada y difícil de solucionar, siempre se puede pedir ayuda profesional. Contactar con terapeutas de adicciones o buscar tratamientos de adicciones en Valencia puede ser un gran paso. Con su metodología y recursos especializados pueden proporcionar el apoyo para eliminar los abusos y los excesos.

Amasterapia es un centro de tratamiento de adicciones en Valencia que puede ayudarte con tu dependencia. Habla con nosotros y te ayudaremos a dejar de fumar porros.

Nuestra Filosofía

Aprender a vivir sin dependencia de drogas o adicciones y vivir bien.