7 efectos de los porros en las personas que consumen
Consumir drogas es una de las actividades más ordinarias y extendidas que existen hoy en día en nuestra población. Y particularmente en España, esta situación alcanza cada vez más una nueva cima entre los demás países europeos. Sobretodo cuando se habla de cocaína y de cannabis, que son dos de las sustancias más vinculadas al colectivo joven. A pesar de las diferencias que pueda haber entre todos los estupefacientes y las características de los perfiles de adictos, existen una serie de rasgos que, estadísticamente, todas las personas dependientes padecen. Por ello, hoy profundizamos sobre 7 de las consecuencias de no dejar de fumar porros y que son comunes con las demás sustancias nocivas.
Todas las personas que consumen, tarde o temprano acaban sufriendo los efectos de la adicción. En función del tiempo que lleven tomando la droga, la frecuencia, la cantidad de las dosis, su metabolismo, etc. estas consecuencias serán más o menos graves. Además, también existe la posibilidad de desarrollar una cantidad indeterminada de síntomas a corto y a largo plazo. Aún así, debido a la magnitud de su incidencia en el organismo, una dependencia siempre deja una huella tanto física como psicológica por pequeña que sea. Por lo tanto, existen unas características que aparecen cuando una persona toma drogas. Aprender sobre ellas puede ayudar a prevenir el daño que provocan sobre la salud.
7 síntomas de adicción de no dejar de fumar porros
Cuando alguien se pregunta cómo saber si una persona fuma porros, o toma su decisión de dejar de fumar porros, es importante que tome como referencia estas 7 señales. Padecerlas significará que se sufre un grado avanzado de adicción al cannabis y que lo mejor es buscar lo antes posible una solución para rehabilitarse. Por ejemplo, acudir a un centro para tratar adicciones en Valencia.
Las consecuencias más comunes provocadas por los efectos de los porros son:
Contar con un bajo nivel de dopamina
La dopamina es una sustancia química que se aloja en el lóbulo frontal del cerebro para regular su funcionamiento. Su utilidad es controlar el llamado sistema de recompensa cerebral para que, de forma natural, la persona sienta una sensación reconfortante cada vez que experimenta una situación placentera. Al fumar porros constantemente, este proceso químico se repite una y otra vez, haciendo que el individuo se encuentre siempre en un estado de bienestar. Al caer en la adicción, disminuyen las reservas de dopamina y la tolerancia hacia sus efectos. Entonces, posteriormente, le resulta complicado volver a sentir placer sin consumir marihuana. Hecho que motiva las recaídas o la necesidad de volver a consumir.
Tener un familiar adicto a los porros
El hogar y la familia son los principales entornos educativos y de influencia. Por lo que, si un hijo fuma porros, puede ser debido a circunstancias que hayan sucedido en estos espacios. Por ejemplo, vivir con un familiar adicto y que el hijo se identifique con él/ella. O con el hecho de que se normalice la dependencia a las drogas. O hasta que sea una forma de afrontar los problemas familiares.
Disponer de poca tolerancia para afrontar la frustración
Las personas más vulnerables a la frustración y los problemas psicológicos son habitualmente el blanco del consumo de drogas. Fumar porros les representa una forma de evasión temporal de la realidad para escapar a un lugar más atractivo.
Sufrir presión de grupo y no poder dejar de fumar porros
Pertenecer a un grupo de amigos, familiares o conocidos que se relacionan entre ellos a través de la actividad de fumar porros es una forma de atraer la adicción. Con este hecho se normaliza este tipo de ocio, se ignoran los efectos negativos del cannabis, aumenta la accesibilidad a la droga y se fuma más frecuentemente.
Por otra parte, el colectivo normalmente no es consciente de su dependencia a la marihuana, no se plantea por qué es necesaria para divertirse y toman cannabis de forma automatizada.
Necesidad de vivir nuevas experiencias
La curiosidad y sobre todo, también la edad, influyen a la hora de iniciarse en el consumo de drogas. Por ello, tanto jóvenes como adolescentes sienten la necesidad de experimentar nuevas sensaciones y descubrir cómo les afecta fumar porros. Su objetivo es alterar la consciencia para vivir experiencias más placenteras. Pero por el camino, acaban menospreciando el riesgo de las consecuencias de tomar estupefacientes.
Sentirse vacío y padecer depresión
Al incidir en el cerebro, fumar marihuana afecta al estado emocional de las personas, modificando así su conducta y su forma de percibir la realidad. Por ello, es habitual que una persona con problemas psicológicos o con trastornos decida consumir sustancias frecuentemente para anestesiar su dolor. Sin embargo, éstas a largo plazo acaban provocando consecuencias mayores y un aumento de la intensidad de este dolor que padecen. Como por ejemplo, insomnio, desgana, bajo estado de ánimo, soledad e incluso una sensación de vacío difícil de llenar.
Perder autoestima
Las personas con una baja autoestima también sienten que deben buscar algún tipo de recurso exterior para aliviar su sufrimiento. Para recuperar su bienestar emocional se acaba recurriendo frecuentemente a los porros, en vez de tratar su depresión con alguna actividad saludable o pedir ayuda. La explicación de este hecho se encuentra en la dificultad para expresar lo que siente uno mismo. Además, las drogas son una vía de acceso hacia la aceptación social y la búsqueda de una identidad propia.
Amasterapia es un centro para tratar adicciones en Valencia. Si no sabes cómo convencer a tu hijo para que decida dejar de fumar porros, contacta con nuestros terapeutas y te ayudaremos a que pueda iniciar un proceso de rehabilitación.